Inmersos en problemas, muchas veces podemos no darnos cuenta de que necesitamos ayuda. La autoayuda no siempre basta para superar las preocupaciones persistentes, y de vez en cuando se hace necesario lanzar un SOS.
Hay momentos en los que debemos dejar nuestro traje de “superman o mujer maravilla” y decidirnos pedir ayuda, no porque no seamos capaces de resolver un problema sino porque, en ocasiones, otra mirada puede ser la que logre que resolvamos el conflicto.
Hay muchas maneras de pedir ayuda, visitar al medico de cabecera si tenemos algún problema físico, intentar con psicoterapia si lo que nos perturba es emocional.
Cuando uno se preocupa o angustia excesivamente, la vida parece muy complicada. Y aunque a veces exige tiempo y energía, el resultado de pedir ayuda puede ser una vida con menos estrés y mucho más placentera.